lunes, 23 de noviembre de 2015

Mi experiencia como maestra de sexto grado

De chica quería ser maestra, entre otras cosas. Me encantaba inventar listas de nombres, y jugar a que ponía presentes y ausentes, buenos, muy buenos y excelentes. Cuando podía, agarraba a mi hermana de alumna. A medida que fue pasando el tiempo me di cuenta de que no tenía paciencia para enseñar; los demás no entendían las cosas de la manera en que las entendía yo y mis razonamientos no eran de lo más pedagógicos.Ya más grande y cerca del momento de decidir mi futuro, ni loca se me habría ocurrido dedicarme a algo que involucrara hablar en público. Sin embargo, la idea quedó ahí, latente.

Desde hace unos años, la empresa en la que trabajo se une con una fundación educativa y busca voluntarios para dictar distintos tipos de programas (medio ambiente, la ciudad, jóvenes emprendedores, etc). Eso encendió la chispita de hacer trabajo voluntario y reflotó mi curiosidad acerca de dar clases, pero los horarios, los programas y los tipos de escuela no me terminaban de convencer.

Este año, surgió un programa llamado "Las ventajas de permanecer en la escuela". Fanática como soy de la educación, y entusiasmada con la posibilidad de trabajar con diamantes en bruto (no pun intended), me anoté. Era todo un desafío superar mi timidez y los nervios de hablar en público, así que por ese lado también era una buena oportunidad. La capacitación que nos dieron fue muy buena, y luego fui a conocer la escuela, los maestros y la directora, y salí de ahí con una lista de personas reales: Tiziana, Elías, Azul, Alex (nombres que no existían cuando yo inventaba nombres de alumnos para jugar).

Según me habían advertido, los chicos suelen ser muy tímidos y no participan, pero el grado que me tocó fue todo lo opuesto: cero miedo, cero vergüenza, pero también cero ganas de estudiar y cero respeto por las autoridades. Era imposible hacerlos callar, y tenía que repetir los conceptos y las consignas veinte veces. Lo llamativo es que son chicos muy despiertos, que con disciplina y más ganas de estudiar podrían ser mucho mejores. Tienen algunos conceptos muy claros, temas que nosotros a esa edad no hablábamos, pero por otro lado muchos no saben leer (pero en serio, al punto de inventar palabras) y la mayoría no puede escribir el nombre de su colegio sin errores de ortografía. 

Fue divertido preparar las clases, adaptar el material que me habían dado para que les resultara más atractivo, pero al llegar al aula sentía que tanto trabajo era al vicio. La penúltima clase estuve a punto de renunciar, pero no iba a dejarme vencer por mocosos de once años. Continué como pude, y al final del curso terminé sacándome fotos con todos, y me di cuenta de que le había tomado cariño hasta a los maleducados. 

No sé si lo que hice sirvió para algo. Ojalá me encuentre con alguno de ellos de acá a unos años y me entere.

Aprovecho la ocasión para felicitar a todos los maestros y maestras, ya que me di cuenta de lo difícil que es llevar adelante un grado, y más en una escuela que se cae a pedazos y con alumnos que acarrean todo tipo de problemas.

11 comentarios:

Dayana dijo...

Qué interesante! Yo no me apunto a algo así ni loca :D

Felicitaciones por animarte y por contarlo en el blog, ponete a pensar en este útlimo tiempo cuántas conquistas personales has tenido: irte a vivir sola, cantar en Ushuaia, viajar en avión, ir a dar clases... seguís así y en 2016 anunciás casamiento, jajaja.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Toda una hazaña la tuya. Pasar de que no que te prestaran atención a sacarte fotos con ellos.

Un abrazo.

Unknown dijo...

La verdad no puedo ponerme en tu lugar y entender tu miedo, me pongo delante de clases pequeñas e inmensas a diario, doy clases a gente que tiene la edad de mis padres y a niños, con lo cual la vergüenza se me quitó hace rato.
Sí entiendo esa satisfacción que sentiste al terminar, y todos los maestros y profes les terminamos teniendo mucho cariño a los rebeldes sin causa.

Marga dijo...

¡Qué bueno!, ¡te felicito! Yo sí estudié para ser profesora, pero no me recibí ni tampoco me puse a trabajar en eso (se puede sin tener el título, hay demanda de docentes). Sí hice las prácticas, dos meses, en un cuarto año de la secundaria y los chicos eran buenísimos, pero para mí fue una experiencia muy estresante y decidí que no podía ser docente.

Besos.

Sil dijo...

Dayana: es el año de la cabra jajaja!! Es verdad, muchas cosas, igual lo del avión ya lo vengo superando desde el 2013. Beso!

Demiurgo: es que para todo lo que no fuera estudiar se prendían y prestaban atención.

Bel: me cuesta mucho relacionarme con la gente, ya sean chicos o grandes, en grupo o de a uno. No es vergüenza, es timidez.

Marga: sí, es estresante, sobre todo para mí cuando las cosas no salen como quiero. Besos!

LaAhorrativa dijo...

Estás tomando muchos riesgos ! buenísimo que te animes. Es increíble cómo en la infancia ya damos indicios de a qué nos queremos dedicar cuando somos grandes. Después la vida nos va zamarreando por distintos caminos y pueda ser que le demos bola a aquella nena que jugaba a ser maestra o el viento no cambie el rumbo, pero eso seguro sigue latente.
Los chicos no tienen comprensión de texto pero algunos grandes tampoco!! y eso es más grave que las faltas de ortografía.

Sil dijo...

La Ahorrativa: pienso cómo van a hacer para estudiar algo en el secundario, ya no digamos en la universidad, si leen como chicos de 6 años. Gravísimo.

Yo NO SOY Cindy Crawford!! dijo...

Estudio literatura (ni me gasto ya en decir lengua porque lo cierto es que solo vemos literatura) y este año tuve la oportunidad (medio truncada, pero ese es otro tema) de hacer mi primera residencia.
Me pasó exactamente lo mismo. Lo cierto es que también vas descubriendo tus propias capacidades. En mi caso, de hacer que me presten atención y hacerme entender, como también el hecho de improvisar.
Pese a todo, nunca no les tomé cariño. Había chicos, como decís, mal educados. Así, separado, están mal educados, no conocen la autoridad y por alguna razón que hasta el momento desconozco, la tengo. Eso es importantísimo para vertelas con los terribles. Que por algo lo son, aunque no les echo la culpa ni a ellos ni a sus padres. Cuando tenés hijos te convertís en educador sin manual de instrucciones y sos pasible de error, es así. A esto se suma que cuando sos niño o adolescente... Nada, me voy a colgar.

En fin, felicidades, tuviste una gran experiencia.

Sil dijo...

Cindy: gracias por contar tu experiencia y por las felicitaciones :)

Meli ♥ Lee.Sueña.Vuela dijo...

Estoy completamente segura de qué sí sirvió de algo esta experiencia y que los chicos van a recordarte!!

Muy lindo que lo compartas!

Un abrazote

Sil dijo...

Meli: gracias!